lunes, 30 de junio de 2008

Melancolía

Hoy andaba perdida por la calle, un paso tras otro, pero permanecía en el mismo lugar. A veces por mucho que intentemos movernos, nos mantenemos estáticos, inertes en un mundo que se hace extraño. No sé si es esto, o quizás, el mundo se mueve tan rápido a nuestro alrededor que somos incapaces de percatarnos de cuanto nos rodea.

Caminaba por la Rambla, pasaba por aquel banco en el que nos sentamos una de las primeras veces que quedamos; ¿recuerdas?, me sorprendiste, llamaste muy alegre "un momentito aunque sea, para darte las buenas noches", dijiste. Y yo cogí lo primero que encontré al abrir el armario y bajé las escaleras de casa corriendo. Mariposas. Cientos de mariposas. Miles. Revoloteando.

Otra vez me ha pasado. Me pierdo entre mis propios pensamientos.

Vuelvo.Sí, hoy he pasado por aquel banco, aún se respiraba la magia de nuestros besos, entre las pintadas de los niños, los chicles pegados y las hojas secas caídas de los árboles. Ahí estábamos los dos, tú te habías tumbado y apoyabas tu cabeza sobre mis rodillas, tus pies salían del banco y se movían nerviosos. De vez en cuando te inclinabas y me besabas; a mi me encantaba ese gesto que ponías, como queriendo convertirte en jirafa para alcanzar las hojas más altas de los árboles, mis labios. Era tan dulce. Tú y yo, no hacían falta palabras. El silencio no era silencio, si tus ojos me miraban. Y pasábamos las tardes, leyendo entre las líneas de nuestras miradas, acompañando de peleas de mis manos en tu pelo, alborotándolo.

El tiempo se perdía entre el humo de los coches, las parejas paseando, los juegos de los niños y los ladridos de los perros; y el espacio se transformaba en un lugar en el que solamente estábamos tú y yo, sin las prisas del día a día, sin estres ni agobios, sin horarios ni ataduras, sin problemas añadidos. Solos, tú y yo.

Y quise sentarme y revivir aquellos momentos, pero han vuelto a funcionar los relojes y el espacio sigue parado.

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