martes, 27 de octubre de 2009

Miedo

Tengo miedo.

Un día dije que no dejaría que el mundo me cambiara, que pretendía yo cambiar al mundo. Pero el mundo terminó ganando. No me cuesta reconocerlo. Tras la derrota no he podido ser yo misma.

Hace unos días hablaba con una amiga precisamente de esto. De amor y desamor. De perder y de ganar. De luchar y de sufrir. De la distancia y del olvido. Muchas cosas simplemente las pensé y no las compartí con ella. Pero si hay algo que se grabó en mi de sus palabras es que no puedo seguir viviendo con miedo.

Tengo miedo. Mucho miedo.

El mismo que ha conseguido paralizarme durante este último año. Miedo de encontrarte, miedo de no volver a sentir, miedo de seguir perdida, miedo a estar sola pero mucho más a estar con alguien, miedo a reír, miedo a ser capaz, miedo a hacer locuras, miedo a compartir,...miedo a ser feliz.

Un día, sin saber cómo ni porqué algo maravilloso ocurre en tu vida y te das cuenta de que cada uno de los días anteriores, todos aquellos en los que te levantabas sin darle sentido a tus actos; de pronto, cobran un color diferente.

Por primera vez una persona consigue llenarte, consigue hacerte inmensamente feliz.

Por una vez, dejas de ser esa persona fría y distante, y te muestras tal y como eres. Sientes por dentro que es él. Y sientes miedo. Pero esta vez, tú ganas. Y, pese a que una pequeña vocecita interior te grita que tengas cuidado. La silencias. Y empiezas a vivir una vida que jamás pensaste te pudiera tocar a ti. Vives cada día intensamente, te permites hacer planes de futuro e incluso imaginas una vida común. No quieres absolutamente nada más, no añoras absolutamente nada. Tan sólo deseas que los días sean más largos porque no quieres separarte un segundo de él; ni despierta ni dormida. Por eso, cuando duermes junto a él no puedes dejar de abrazarlo y de besarlo en sueños y cuándo éste te gana y vuelves a recuperar la consciencia lo único que haces es abrazarlo más fuerte, para que sepa que estás junto a él y que nunca vas a irte de su lado, que te hace la persona más feliz del mundo y que serías capaz de cualquier cosa por él. Pero no se lo dices, porque crees que él te siente, de la misma manera que tú lo sientes a él. En silencio.

Pero un día, llega todo lo malo. Lo blanco se vuelve negro. Las luces se apagan. La música se convierte en un ruido ensordecedor. La risa se vuelve agua salada. Se ha ido. La magia. Se ha ido. No hay más nosotros. Ni siquiera quedan ganas de un yo. Se acabó.

Y te encuentras vacía, más aún que en todas aquellas mañanas, antes de que él las cambiara. Estás perdida. Caminas sin rumbo. Cambias de vida. Conoces a gente, a mucha gente. Tampoco funciona. Te quedas en casa. Estudias. Lees. Empiezas a trabajar. Ya no te gusta salir de fiesta. Dejas de ir al cine porque ya no hay palabras mágicas en tu piel. Evitas tus sitios preferidos porque eran plurales. También ver la tv, no tienes tu sofá preferido. Caminas en una ciudad diferente pero sólo ves la cara de una persona en todas las que se te cruzan y vuelves a tu cama, que es el único sitio en el que has conseguido sentirte segura. Alguien apaga la banda sonora de tu vida, pero tampoco te importa; necesitas silencio. Haces deporte. Mucho deporte. Te sientes aliviada. Has empezado a dormir por las noches. Y no todas te duermes con la almohada mojada. Paso a paso. Rutina.

No puedes volver. No tienes fuerzas. No es el lugar que recordabas. Te sientes extraña. Cuando lo haces vuelves a caer, a tu almohada mojada y a tus noches en vela. Sientes miedo. No puedes salir a la calle. Mucho miedo. Tiemblas al pasear por tu ciudad. Ya no es la misma. Tú tampoco. Oyes música en tu ventana. Y por primera vez en mucho tiempo sacas una leve sonrisa con polvo del pasado. No duermes. Te haces mil y una preguntas. No consigues responderlas. Sientes frío.

Regresas a tu rutina diaria. Corres, estudias, trabajas, corres, lees, corres, duermes. Y pasan los días, las semanas, los meses.

Aún sigues sin poder volver. Y todas las personas en tu otra vida se preguntan por qué. Todas...menos una. Y lloras. En la distancia. Pero no. En el olvido. No.

Y sientes miedo.

Y te preguntas cuándo. Y te preguntas por qué. Y te preguntas quién. Y te preguntas dónde.

Y no tienes respuesta. Y sientes miedo.

4 comentarios:

lancelot dijo...

..el miedo sòlo vale si tiene forma de rampa,con una pendiente con razòn exponencial que termine en una curva ascendente que te catapulte hacia lo mas alto que has estado...hacia lo màs prufundo de la consciencia...y hacia el estado de mayor clarividencia en el que habías estado.

el miedo es necesario..si no no aprenderíamos nunca como esquivar el peligro, el dolor, lo dañino, lo sucio, lo banal e innecesario a la vez...ni sentiriamos la necesidad de una caricia tranquilizadora, de un abrazo protector, de un beso hipnotizante, de una mirada trasportadora a limbos desconocidos...

el miedo curte, forma, endurece, cicatriza, perfila y te hace puro y sencillo, pero solo si te acompaña en esa pendiente creciente, solo si lo coges de la mano en esa catapulta galáctica que te eleve sin finito.

Y la llave, la ficha que te deja subirte en ella està en la estima, en tu valor, el que tu te pones, en el precio que pagarias por ser alguien como tu. Somos ùnicos, especiales y si de repente te sientes al lado de la mayoría, es el momento de hacer un a pausa y ponerte a reflexionar.
Solo si te sientes valioso por ser como eres, podrás aceptarte y serás auténtico y autenticamente feliz.

Desde el punto de vista emocional, todo lo que una persona no se da a si misma, afecto, cariño, amor, confiaza,lo busca en su relación con los demás. Y cuando de repente te cubre la soledad, todo eso te falta. El secreto esta en la independecia de autoabastecerse de esas emociones hasta la fecha ligadas a la silueta y voz de una persona.
Si eres capaz de amarte, de darte confianza, de ofrecerte autoreconocimiento...no necesitaràs escucharlo...solo sentirás, escucharás y serás feliz.

vuélcate en el rastreo de las emociones, sé erudita de lo propio, y no de lo racional.

De esa manera, cuando no sobrevenga la adversidad, no nos faltará entrenamiento en el entendimiento y la expresión emocional, y esquivaremos la represión y la bajaestima, montandonos en otra catapulta que canalice ese mal momento hacia la construcción de un yo aún mas sereno, protector y feliz.

La estima protege, la estima estimula, la estimna alimenta la sonrisa y la regeneración de tejidos dañados.

Valórate, quiérete...estimáte... y nada te rasgará tu integridad y jamás te sentirás sola.

El miedo no es mas que la incomprensión de esa guerra interna sobre lo que sentimos y no entedemos, somos nuentros propios fantasmas..somos los creadores de nuestro propio sufrimiento.

Si sentimos entendiendo que sentimos, vendrá la estabilidad emocional y con ella de regalo una armadura de acero que jamás nos dejará ser vueltos a dañar por el miedo.. pues ya no será miedo..solo será algo nuevo.

Nos solemos aferrar al pasado pensando que ya nunca volveremos a ser tan felices.

Yo pequé una vez de eso...y gracias a ti puedo hablar en pasado.

Tu vales ..y mucho cielo...solo ten miedo de no darte cuenta y de no quererte...el resto...no vale.

Navin dijo...

Ey Paulita,

Es normal tener miedo, es normal que las cosas pierdan su sentido. Todos son ciclos y después de estar abajo, vuelves pronto a pisar el cielo, de donde no debiste caer.

Tú misma sabes que es así, y aunque el hoy no sea perfecto, sonríe porque el mañana que te espera será genial, porque cuando menos te lo esperes, las amenazas de un pasado feliz que te persigue se difuminarán, dando paso a una felicidad que ahora todavía no eres capaz de imaginarte.

Ánimo guapa y hablamos pronto. Besos!

cajón desastre dijo...

...quizás parezca que el mundo te cambia, pero tu esencia sigue siendo la misma... y quién te conoce de poco te puede decir que aún así, cambie lo que cambie, aún pareces única y genial... entonces por qué lamentarse...

el dolor nunca se va... la vida somos nosotros y las cosas que nos pasan... ahora en silencio, pensando, yo también siento dolor, pero lo aparto, lo olvido, lo escondo, lo alejo... porque no me permite ser quien soy... de alguna manera las cosas cicatrizan y se curan... o espero que lo hagan...

durante meses he pensado que no había salida, he visto el precipicio más cerca que nunca en la vida... no he visto más vida, he visto el final... pensaba que nada podía mejorar...pensaba: "el día que me ponga a fabricar sombreros, seguro que la gente nace sin cabeza"

ahora ese final está más lejos, ese dolor sigue.... pero ya no duele 24 horas... duele sólo una. quizás siga siendo un mundo, pero dentro de otros seis meses será un minuto...

no sientas miedo, no sientas dolor... no cambies, porque muchos queremos conocer esa persona genial que eres...

Anónimo dijo...

Sal de tu escondite, permie que todos te vean, que sientan que eres una persona distinta y si te cruzas con el destino (Él), miralé cara a cara y vencele con una sonrisa, después date la vuelta, vuelve a casa sientate ante tus palabras y diles que eres otra, que tu vida es más que un sólo Él y nunca vuelvas a llorar por algo que no te merece.
No te conozco, pero conozco cada rincón de tus vocablos y eso es mucho conocer de una persona.
Vive, el tiempo es corto.
Sueña con el futuro, está a la vuelta de tu esquina.
Vuelve amar, eso es lo más importante.
Lo Imborrable.