lunes, 8 de agosto de 2011

Un salto de fe

He recorrido miles de kilómetros hasta llegar al punto en el que hoy me encuentro.

No ha sido un camino fácil. Durante cada metro he ido conociendo un poquito más de mi misma. He llegado a mi límite y he vuelto a renacer de las cenizas. He superado obstáculos. Me he caído y me he levantado. He arrastrado mis pies doloridos por la arena, descalzos. He sangrado. Me he tirado al suelo. He querido dormir hasta que pasara todo. He gritado. He aullado de agonía. He aprendido a correr con dolor. He creído en mi misma. He perdido la esperanza y la he vuelto a recuperar. He fracasado. Y he vuelto a empezar. Una y otra y otra vez. A lo largo de los días que se han hecho años. He desandado mi camino. Y, justo cuando pensé que había llegado a mi meta, me he dado cuenta de que estaba nuevamente perdida.


Y, al final de este tortuoso camino, he tenido que buscar ayuda. Me he rendido. Sin fuerzas. Y he buscado una mano. Una mano amiga que me respalde durante los últimos metros.

Y ahora mismo estoy parada. Mirando hacia detrás y hacia delante. Y siento miedo. Mucho miedo. De estar caminando en círculos. De volver a empezar justo cuando más cerca he estado de conseguir mi meta.








1 comentario:

lancelot dijo...

ojalá que hayas conseguido vencerlo...sé que lo has hecho cielo...sé que has dejado de dar vueltas...

ojalá no sea tarde para que me dejes darte esa libertad que necesitabas...porque siempre estuvo...siempre.Como lo que te amaré. Siempre. Siempre. Eso no cambia.