miércoles, 5 de enero de 2011

Día de Reyes

Imaginación desbordante. Ilusión. Inocencia. Excitación. Magia. Mucha magia.

Esta noche nos convertimos de nuevo en niños que ríen y juegan y esperan ansiosos su recompensa por los buenos actos del recien finalizado año.

Aquí no nieva. Ni siquiera hace frío (aunque llevemos dos días debatiendo sobre la increíble bajada del termómetro; que no obsta para seguir luciendo algo más de carne de lo que muchas personas hacen en la estación opuesta).


Luces. Caramelos. Confetis. Cartas. Lágrimas. Sueños. Árboles y portales. Vasitos de leche y galletas. Y algo de agua para los cansados camellos.

Hoy tengo ganas de ser una niña. De que me duelan los pies de estar horas en pie esperando ver a un Rey que tiene la cara pintada y una barba un tanto rala y mal puesta. De subir andando a casa agotada y meterme en la cama sin sueño. De que mi madre nos cuente historias fantásticas antes de dormir. De dar vueltas en la cama y levantarme corriendo al mínimo sonido. De abrazar a mi madre. De jugar cuando aún no ha salido el Sol y volver a dormir, rendida, cuando salga.


Carbón. No. Yo no quiero carbón. Este año sí que he sido buena. No es que el año pasado no lo fuera. Pero este año, si cabe, más aún. Buena.



Y si pudiera escribir una carta, aún tardía, pediría algo que me cuesta incluso imaginar.

Pediría ser niña y jugar y tomar chocolate caliente y rosco de Reyes con mucha azúcar. Y polvorones. De chocolate y coco.

Y pediría. Abrazarte de nuevo. Y ver tu cara de felicidad al vernos (y hacernos) soñar despiertos.

Feliz navidad.

1 comentario:

·Êl düêndê (¡n)fêl¡z· dijo...

Yo quiero volver a creer en cosas que hoy no me parecen creíbles.
Sería el primer paso para volver a ser una niña ^^

Espero que te hayan traído muchas cosas sus majestades.